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Catástrofe forestal de 2017 en Chile: crónica en primera persona

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CUANDO SE ES PROFETA EN LA PROPIA TIERRA
Ps. Miguel Parada Castro.
Socio e integrante del Directorio SOCHPED

Desde el inicio del ejercicio de mis funciones en el sistema de atención médica de urgencia (SAMU Metropolitano) siempre he dicho que soy una herramienta (moldeable) más para la respuesta a fenómenos que amenacen la vida o el bien estar psicosocial de la comunidad. Y es que el ser psicólogo de emergencias conlleva ciertas características que son propias a las emergencias desastres o catástrofes. En muchas ocasiones las amenazas surgen de forma súbita, por lo tanto la respuesta a ella requiere de igual rapidez, versatilidad y adaptabilidad al cambio.

Era un veraniego sábado 28 de enero en la noche, conversaba con amigos los planes de cómo serían mis próximas vacaciones, qué lugar visitar, cuando ir, etc. Cosas típicas de cada verano. En medio de un ambiente de relajo suena mi celular y la llamada es de la coordinación del área de intervención de SAMU, me informan que se han activado equipos de apoyo a la respuesta en salud para las localidades afectadas por incendios, y que los equipos de mi institución -incluido psicólogo- fueron contactados por el Ministerio de Salud para desplegarse a la región del Maule, exactamente al sector de Santa Olga. Luego de cortar, volví a comprender lo que significa ser psicólogo de emergencias, esa adaptabilidad al cambio, la rapidez, la versatilidad para dejar los planes personales de lado y acudir en ayuda de personas que pierden algo, sufren y son vulnerables ante nuestro propio medio.

Un día después de esa llamada me veía viajando a la región del Maule, mi región, las localidades de las que siempre oí, las cuales alguna vez cuando vivía en Linares visité. Esta vez no vestía veraniego ni de relajo, vestía de amarillo flúor con un parche identificatorio “SAMU 131”, y mi chaqueta de psicólogo de intervención. Llegué a Santa Olga y el paisaje era desolador, nunca he estado en una guerra, pero parecía que hubiese estallado una bomba, solo se veían algunas murallas y construcciones que daban cuenta de que hace días atrás, ese era un lugar habitable, y ahora solo había tierra, cenizas y escombros.

Mis funciones y objetivos de despliegue fueron dos: realizar Primeros Auxilios Psicológicos (PAP) a afectados y damnificados por el incendio, y apoyar la gestión de salud mental en el Servicio de Salud del Maule. Realicé atenciones en el puesto médico establecido junto a los demás servicios de apoyo, instalados en la plaza de Santa Olga, la misma que tal vez reunía a sus habitantes para disfrutar, hoy se transformaba en un lugar clínico asistencial y de servicios públicos.

Los primeros auxilios psicológicos es la técnica mundialmente recomendada para situaciones de emergencias y desastres dentro de los primeros días ocurrido el evento. Según Figueroa, Marín y González (2010), no todas las víctimas ni intervinientes necesariamente desarrollaran psicopatologías; sin embargo, la utilización de primeros auxilios psicológicos es una tarea relevante para disminuir el impacto del evento potencialmente traumático, en cuanto sintomatología aguda del espectro que se puede dar en estas situaciones. Por lo tanto, el trabajo psicológico lo sustenté en la evidencia de Hobfoll (2007) y sus 5 principios de actuación: fomentar la noción de seguridad, favorecer la calma, auto eficacia (y de la comunidad), conexión con redes de apoyo y estimular la esperanza. Acudían personas con síntomas de somatización, sin origen médico, sino producto del impacto psicológico de haber vivido lo más parecido al infierno.

En cuanto al apoyo de la gestión de salud mental en el servicio de salud, junto a los profesionales del área comenzamos a mirar la región con perspectiva, (pues sabíamos que “muchas veces el árbol no permite ver el bosque”) identificando el estado de situación en cuanto a lo siguiente:
Identificar zonas afectadas.

  • Catastrar equipos de apoyo psicosocial que llegaban a la región.
  • Precisar necesidades de apoyo psicosocial en primeros respondedores.
  • Identificar establecimientos de salud afectados y funcionamiento del personal.
  • Identificación de capacidad instalada en primeros auxilios psicológicos.

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Uno de los aspectos que llamó mi atención fue la cantidad de equipos de “apoyo” clínicos como psicosociales que llegaron, algunos debidamente organizados que se reportaban y ponían a disposición de las autoridades locales, y otros que pregonaban el “voluntarismo”, furor curandis o como queramos llamar al turismo del desastre. De ahí la importancia de que toda organización de la sociedad civil u ONG adscriba a la RAHCh (Red de Ayuda Humanitaria Chilena) o siga sus lineamientos, con la finalidad de ser un aporte real a las comunidades afectadas evitando la iatrogenia (1).

Otro punto importante de destacar es el levantamiento de necesidades de apoyo psicosocial para los primeros respondedores, aquellos poco visibles pero tan vulnerables como las víctimas. Hito en la respuesta a una catástrofe, fue que todas las instituciones contactadas (Bomberos, Carabineros, SAMU, PDI y Brigadistas CONAF) reportaron afectación en sus funcionarios, por lo que se les asignó un equipo de apoyo.


Ya habían pasado seis días desde que llegué a mi región, seis jornadas de arduo trabajo, y antes de preparar el regreso, surgió un requerimiento desde los propios interventores (Ejército, Cruz Roja y ONG Desafío Levantemos Chile) en cuanto a capacitación en salud mental en emergencias y primeros auxilios psicológicos. Por ello, y en conjunto con el mayor German Romero, médico a cargo de salud en el campamento militar, se desarrolló una jornada de capacitación y entrega de herramientas orientadas tanto para el autocuidado de los equipos, como para acoger adecuadamente las demandas de la comunidad afectada, sin dañar ni provocar una segunda agresión.

Pensando en mi despliegue a Maule, recuerdo la frase “la realidad supera a la ficción”, fui testigo del dolor de no solo haber perdido enseres personales, una casa, o dos ..., sino una localidad completa; 1000 casas aproximadamente refieren los medios de comunicación. Regresé a Santiago retomando mis planes de vacaciones, que lugar visitar, cuando ir, etc. Cosas típicas de cada verano; sin embargo, ya no soy el mismo, mi trabajo con personas afectadas por la catástrofe me obliga a ser más humano, mejor persona, responsable profesionalmente, pregonando la importancia del cuidado de la salud mental y cómo podemos prepararnos para la próxima emergencia, sea incendio forestal, tsunami, terremoto, erupción volcánica u otra amenaza a las cuales está expuesto Chile.
Finalmente, lo relevante es que cada uno de nosotros sea un garante del cuidado de la salud mental. Que seamos profetas en nuestra propia tierra.

(1) Nota del editor. Recomienda revisar el artículo “Psicólogos quédense en casa: Nepal no los requiere”

 

REFERENCIAS BIBLIOGRAFICAS

  • Figueroa, R., Marín, H., y González, M. (2010). Apoyo Psicológico en desastres: Propuesta de un modelo de atención basado en revisiones sistemáticas y metanálisis. Revista Médica de Chile, 138, 143-151. Disponible AQUÍ.
  • Hobfoll, S. et al. (2007). Five essential elements of immediate and mid-term mass trauma intervention: empirical evidence. Psychiatry. Winter;70(4):283-315. Disponible AQUÍ.
  • Firma de Acuerdo ONU y RAHCH. http://www.onu.cl/onu/tag/red-de-ayuda-humanitaria-chilena/
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